Tuesday, June 06, 2006

Si es de cariño nomás...

Algunos días atrás, en Las Ultimas Noticias salió publicada una ínfima nota sobre un par de argentinos que emprendieron la tarea de crear un diccionario hispanoamericano de la injuria. para llevar a cabo su labor, contactaron a gente de diferentes países para que les contaran qué insultos se usaban en su tierra.

Consultados por el diario, los autores realizaron una comparación sobre esta materia entre Chile y Perú. De acuerdo a lo investigado por ellos, nuestros vecinos incluyen en su vocabulario bastante menos insultos que los chilenos. Esto, según los autores tiene la siguiente lectura: los peruanos utilizan menos su creatividad para la creación de injurias (ja! que poco ingeniosos, podrán decir algunos, inflando el pecho) lo que implica que son menos belicosos que nosotros (o hinchapelotas, para seguir con la tónica del tema).

Puede que tengamos más o menos garabatos que los vecinos (ojo: garabatos, aquellas palabras directas e injuriosas que no dejan lugar a dudas de su intención). Pero nuestro nicho principal ,y pasado por alto por los investigadores, es a mi parecer, ese hermano pasivo-agresivo del insulto : el sobrenombre.

Un sobrenombre se define, según el diccionario como el "nombre que sustituye al nombre", lo que implica que un apodo puede ser la ruina máxima para quien lo tiene que llevar por los siglos de los siglos. Pero esa definición se queda corta. Un sobrenombre es mucho más que eso: puede ser un código entre amigos, un pelambre encubierto, o una observación certera. De algún modo, es también un juicio adelantado que se hace a quien no se conoce, "bautizándolo" con alguna característica o conducta en particular.

Así es como dentro de todo ese universo de posibilidades, y pese al esfuerzo de los padres por elegir un nombre digno para sus hijos, surgen denominaciones como: el abollado, la choco, el topito, las peucas oxigenadas, el cri-cri, el tibetano, los muppet, comegalletas, la pituca, el fino, galán, el gigante egoísta, bob esponja, el siete estrellas, la catorce cruces, kien kiere kopete, canapé, osito polar, kalule, de niro, el boli, la feeeeaaaa, samuel y sus siete sapitos, el taza, ben affleck, samaro, el morocco, larguirunchis, david copperfield, el mago, el sopastontas, el tinvi, chispita te aconseja, illapu, conchitos, la chururú, los pitufos, muy este izquierdo, muestra gratis, la sopaipilla, el m&m...

Pero no se trata solo de injuriar, de bromear, ni de un ejercicio de ingenio superior (u ocio, muchas veces) sino de aquella potencialidad que encierra el apodo, en comparación al garabato: la posibilidad de camuflarlo. Esa puerta abierta para decir: bah, pero no te enojis, si es de cariño no más....

2 comments:

Chofi said...

chuletúo, se me había olvidado!

Emilio said...

Ja! Hilando fino se te fueron varios, por no decir muchos: el chingue, el cariño malo, el peineta, la vaso de agua (ayayai!!), el lenguado, la cara de auto, el loko x, y un sinfín de variedades para todos los gustos y épocas. Claro, el sobrenombre puede ser una condena y, en lo personal, ya que nunca he tenido apodo me gustaría saber qué carajo siente alguien que ha vivido -y seguramente vivirá- con uno el resto de su vida... Qué dirá su identidad al respecto??

Misterio...

Saludos!